jueves, 25 de diciembre de 2008

marlon

este es el sitio de un amigo, yo lo admiro mucho
http://marlonland.com/

desarraigo

Es bastante más difícil encontrarse con el lugar donde uno fue feliz y miserable, que con aquel donde solamente se fue feliz o solamente se fue miserable.

En verano la cocina de la casa de mis viejos era un lugar agradable, al menos entre mis seis y mis ocho años, donde en verano cantaban las chicharras, yo esperaba mirando la televisión que llegara el día siguiente para tomar a los apurones una taza de leche caliente, meterme al micro y encontrarme con mis compañeros de escuela para charlar y jugar, atender a clase, hacer talleres, estirar el último momento en el aula el goce de no acudir, de quedarme en la escuela al llegar la noche.
Así, en la cocina la luz del sol parecía nueva y entraba plenamente, y yo estaba descalzo y los pies no me llegaban al piso, mi mamá cocinaba y mi hermano estaba jugando sobre la mesa. La casa estaba eternamente en construcción, al menos entre mis seis y mis diez años, siempre había algún rincón por terminar, y durante un tiempo tuvimos que vivir sin techo. Que sorpresa tener que volver apurado de la casa de un amigo y meterme en un baño al aire libre, cagar mirando las estrellas. La libertad del desamparo.

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La arquitectura de mi pasado es una casa de dos pisos y altillo donde difícilmente haya silencio, los rincones que conozco a oscuras e iluminados en mi mente pero ahí también, perduran en algún lugar, y cuando me detengo ante esta ambigüedad, la de superponer la imagen que vive en mi mente con la que sigue en pie como un guerrero herido, el pecho me queda abierto con la sensación profunda del desarraigo de ya no salir al patio a bañarme en la habitación del fondo, pisar descalzo las baldosas meadas por la perra, dormir mirando los listones del techo que insinuan figuras fantásticas y amanecer mirando las vías del tren y los árboles al otro lado, llegar del centro en la madrugada luego de un viaje largo, pedir un consejo a mi hermana, saludar a mi hermano por la noche, escribir en un cuarto con patos de madera, con patos en el empapelado, con una cama cubierta de patos, leer en el altillo, golpearme la cabeza con la viga que sostiene el techo, regar las plantas y jugar con cuchillos, dormir en el sillón en la tarde, encontrar libros para leer en la biblioteca, quitarle la cadena a la perra para que arruine el pasto, ver el tren pasar, cerrar el portón cuando entran el auto, temer que aparezca alguien de pronto a matarnos, contener el llanto, quedarme en la casa los fines de semana, ir al centro el domingo por la tarde y no saber que hacer, caminar sólo, estar sólo, hastiarme de soledad, escribir un domingo para no matarme, conocer gente en la calle, soñar con otros lugares, soñar con otra gente, pintar por la noche sin atril, tomar agua descalzo, pelear por todo lo que no quiero hacer, resignarme a hacer lo que no quiero, vomitar, vomitar, vomitar, llorar mientras vomito, llorar porque llega la noche y no me quedan fuerzas para huir, porque huir significa volverse un fantasma que no puede alejarse de allí, que acaricia eternamente las paredes, que descansa siempre sobre su primera cama, como Peter Pan, muerto de juventud, sin poder hacerle frente a la vida, sentir que hace falta matarse para conseguir el cambio, dar un paso al vacío y amar al desarraigo.

domingo, 21 de diciembre de 2008

calaquita


la calaquita viene y nosotros nos vamos
la calaquita ríe y nosotros lloramos
cuántos nombres tiene
la horrorosa señorita?

El señor Hoare


Sir C A R Hoare

sábado, 20 de diciembre de 2008

Después de Madonna la miseria


Ocurrió una noche que me hallaba sin dormir, recorriendo los cuartos de mi casa para probar las puertas y las ventanas bajo el descabellado presentimiento de que alguien llegaría en algún punto de la noche a entrar a mi casa y se posaría junto a mi cama a verme dormir, que gozaría al encontrarme rendido al reposo del cuerpo.
Trabé puertas y eché candados a las ventanas, coloqué periódicos en las hendijas y había sacado mi pequeño revólver del escritorio para ponerlo bajo la almohada. Así volví a descansar en mi cama, luego de esta particular faena. Me reproché con severidad por mi comportamiento, por haber caído presa del miedo, por haber sido dominado por y por todo cuanto hice. Estaba echado de lado observando el cuarto azul y la ventana por la que entraba la luz de la noche. Si alguien entraba me sentiría al menos acompañado; pero una cosa es saberse acompañado y otra muy distinta es suponer que alguien nos mira cuando dormimos.

El visitante no se hizo esperar, cuando me volteé estaba sentado junto al lecho, con el rostro oculto en las sombras en la parte oscura de mi cuarto. Era el mismo Dios, y no había necesidad de decirlo. Era Dios y estaba sentado junto a mi cama con las manos juntas y el rostro invisible oculto en la noche. Una de sus manos se hundió en la oscuridad y supe que me estaba pidiendo silencio. Yo metí la mano bajo la almohada, tomé el revólver y le disparé en el pecho, dos veces. Se abrió una herida en su pecho, luego otra, intentó contener la sangre que brotaba y que manchaba mi cama y el piso, mantuvo el rostro oculto. Disparé una tercera vez al rincón del cuarto donde suponía que debía estar su cabeza, pero el disparo rebotó en las paredes y acabó al pie de la cama. No había una cabeza a la que disparar.

¿A quién le disparas? No me respondas. Ahora estás desnudo, estás durmiendo, te has rendido al sueño y sueñas que te hablo, y en verdad te estoy hablando, pero cuando despiertes ya me habré ido y nunca sabrás si estuve aquí o si fue un sueño con todo y disparos. Cuando por la mañana observes la marca en la cama y las manchas de sangre te preguntarás si todo fue ilusión o la obra de tu delirio, pero voy a decirte ahora que todo esto es real. Ahora estás desnudo, durmiendo, el sueño ha calado hondo en tu mente pero crees estar atento en tu mundo real y confinado, en tu cuarto y empuñando un arma. También estás ahí, no voy a robarte tu otro lugar, estás allí y aquí, así estoy yo también. Quiero darte este que es mi mensaje, y debo dártelo para que le ahorres al mundo una inmensa tristeza, vengo a darte el mensaje de la resignación. Debes estar dispuesto a escuchar, pues voy a guardar en tu corazón estas palabras, palabras doradas para que lleves por el mundo. Ha llegado la hora aquella, para la raza entera, toda en su conjunto, en que deben afrontar el final cercano. Yo les di a mi hija más querida, a Madonna, y la arrojé al mundo con su mensaje personal, le dije, ve y dales mi último mensaje de amor, ve y hazlos bailar, ve para que canten y olviden que el fin se acerca, ve y dales mi mensaje de amor. Y mi hija más querida bajó a la tierra, y les dio alegría, y amor, y todos bailaron y clamaron por un nuevo día con la dicha en sus corazones, olvidando el final cercano. No busquen, oh hombres de la tierra, nada más allá de Madonna, luego de Madonna la miseria. No es suficiente el tiempo ni la voluntad de todos los hombres para torcer el rumbo de sus días, no hay palabra mágica que pueda salvarlos del final cercano, todos conocerán su día sin distinción y sin consideraciones para ser consumidos por la llama eterna. Pero siguen aún, como en sus días primeros, anhelando el fruto de la sabiduría, y sus eternas preguntas se asperjan por los continentes, por las tierras y los mares. Oyen la música divina, y bailan los pasos dorados con la misma intensidad con la que rompen su pacto conmigo. ¿Qué haremos para resolver esto? Se preguntan, ¿cómo salvaremos a nuestras familias, a nuestra vivienda? ¿Cómo llevaremos el mar a la ciudad, cómo alzaremos una torre que una al cielo con la tierra? ¿Quién nos guiará a una tierra nueva, impoluta y prometida? Nadie nada nunca, no hay más nada luego de este último mensaje de amor, salvo éste, el mensaje de la verdad. ¿A quién disparas? ¿Dónde pierdes tus balas y tus esfuerzos? ¿A quién diriges tus preguntas, a quién esperas?

Y entonces desperté, y estaba sólo, y ya la noche había pasado y el día llegaba vacío y yo había recibido el mensaje de la verdad y esas palabras me quemaban el corazón y me silenciaban y pensaba en un libro que se cierra, en todas esas páginas que vuelven a dormir cuando el lector se arroja a otra empresa. Era un hombre sin espíritu, con la imagen de Madonna grabada en la mente, aquella que nos había hecho bailar, y reír en los últimos días de nuestra era, haciéndonos olvidar que habíamos forjado nuestra propia miseria y final.

jueves, 11 de diciembre de 2008

va a estar bueno palermo hollywood


que linda la ciudad limpita y en acción!
cuanta cultura en la calle! la lacra social de los cartoneros y los 5 mil toneladas de basura diaria de la ciudad, todos juntitos al conurbano por favor, y un cafecito para la mesa cinco

martes, 9 de diciembre de 2008

alta cocina si señor



que las buenas costumbres nunca se pierdan, amén


sí mi amigo, no vamos a decir nada de esos mugrientos roñosos que quieren torcer nuestra causa a rumbos siniestros, siempre vigente siempre hacia adelante

lunes, 8 de diciembre de 2008

bella se chorrea

estaba llegando a la puerta me detuve dije no con la mano rozando la perilla retrocedí di media vuelta dije no no, es una locura, un hálito me alertó, me introdujo al peligro yo desatendí, deshice mis previsiones, precauciones, cambié de actitud dije voy a entrar con ánimo, voy a romper la puerta con mi voluntad pero rocé la perilla ay sí la rocé sabía que había que evitar la entrada el paso entre las dos columnas como parece todo familiar ay ay ay, no se puede evitar la entrada el paso entre las dos columnas las paredes familiares me observan yo quité la mano de la perilla no pude dejarla dejé de moverme me fui a quedar quieta entre las dos columnas y él me dijo acá no hay columnas chiquita y yo dije que las había yo las sigo viendo están ahí y allá y allá y me dijo otra cosa con esa boca herrumbrosa yo imaginaba darle un sopapo sí, en el medio de la cara, sí, y darme la vuelta y salir y olvidarme, dos paso y en la calle, como cualquier otra persona sin un pasado sin teatros por levantar sin bochornos públicos para pretender celebridad no necesito bochornos ni tanto peligro que me deshaga el ánimo, no hay que romper ninguna puerta soltar perillas, que va, no no no, es una locura, y entre por la puerta y estaba todo cubierto de mantas y mis manos ay mis manos se me iban como en trance atravesaban el umbral como si fueran a hundirse sí a hundirse entre las sillas en toda esa broma volvía a meterle las manos entre las piernas como embobada como perra que se chorrea y vuelve al palo que le da la leche y lo muerde al palo la perra chorreada, que asco me da todo esto, quisiera gritarlo gemirlo tragarlo cualquier cosa menos esto me siento atrapada en mi cuerpo es un asco profundo que me cubre de mantas mis manos ay sí, mis manos ay, las vuelvo a hundir en eso, por qué lo hago yo no lo sé, si lo supiera estaría afuera con la otra gente sin tanto bochorno encima que levantar que decir que va, a mí no

reglas del buen guión

Reglas del buen guión por Manoli Grillete
si tomas a una niña y le fríes por un pie, tendrás un buen comienzo para tu historia. Mejor aún, si esa niña tenía un perro llamado Joe, y al tiempo que la fríes por un pie haces del perro un lazarillo, y éste se pierde luego en una expedición a los Andes, lograrás que el público salte de sus butacas. Distinto es el caso de los extranjeros, en la lista de extranjeros permitidos tenemos los indios, los ingleses, los alemanes, los franceses, los chinos, los mexicanos, los norteamericanos y algunos japoneses; y en la lista de los extranjeros prohibidos tenemos a los tehuelches, a los irlandeses, a los cubanos, a los coreanos y algunos japoneses. Entonces, si el perro se pierde en una expedición a los Andes como lazarillo de un antropólogo alemán, éste último debe ser secuestrado por chinos o mexicanos, nunca por tehuelches o coreanos. A todo esto debes tener en cuenta que la niña sigue en la fritura, tomada por el pie. El perro tiene ahora un conflicto, por lo que debe correr hacia atrás en el tiempo y convencer a un grupo de esquimales que evolucionen en una especie de operario de cuello azul desempleado que pide comida en las estaciones de servicios, aquí entra en la historia Howard Hughes, que desea innovar en el campo de la danza y presentar a un grupo de desempleados esquimales de cuello azul en una obra con un perro y un irlandés. Nuestro perro héroe, intérprete indiscutido de la obra a este punto, se ofrece a tomar el papel del perro y en la primera práctica muerde al irlandés al cuello y le da muerte (recuerda que el irlandés estaba dentro de nuestra lista de extranjeros prohibidos, y la gente no debía encariñarse con él). Este es el punto para presentar la historia paralela, que es un giro que se permite ahora en la construcción de la trama dramática, en tanto se sigan las reglas del buen guión. Recuerda que en las historias paralelas deben aparecer cuando menos cinco desnudos y un mono haciendo la vertical. En nuestra historia paralela presentaremos una puesta muy osada que puedes probar si te sientes arriesgado: presentaremos entonces a cinco monos desnudos haciendo la vertical, y un sexto mono sarandí que desea volver al lecho del río en el que nació. Estos monos buscan hacer carrera en el mundo del espectáculo y recorren todo Hollywood desparramando su simpatía y su sentido de la acrobacia. Nuestros héroes de la historia paralela reciben sólo gestos de desprecio y maníes sin pelar, hasta que un día los cincos monos desnudos son poseídos por los espíritus de los hermanos Marx, a saber: Groucho, Harpo, Zeppo, Harpo y Karl. El mono sarandí queda sólo y evoca a su tierna infancia en la que vivía en el lecho de un río y pasaba sus días entre marmotas monedas de un centavo y surubíes. El mono sarandí, falto de esperanza, ve triunfar a sus compañeros en las carreras y en la ópera, decide suicidarse lanzándose del Empire State Building con una bolsa en la cabeza.
Debo aclararte que mis historias valen sólo como ejemplos, y que las tuyas deben ser largas y detalladas, y que debes describir por cierto todo cuanto creas necesario y cuanto no. Retomando nuestra historia, llegamos al punto de cruzar a nuestros héroes: el mono sarandí y el perro performer. Aquí voy a dar un ejemplo del montaje completivo, que consiste en completar la acción de un personaje con otro personaje. El mono sarandí está a punto de arrojarse del Empire State Building y el perro camina por Nevada tratando de olvidar la tragedia del irlandés. Ahora secuenciaremos planos para llegar a una conclusión y para sintetizar a los dos personajes en uno. Veamos...
PLANO I primer plano del mono- El mono sarandí coloca la bolsa en su cabeza e intenta prender un cigarrillo.
PLANO II primer plano del perro- El perro tose, camina por Nevada y toma un autobús.
PLANO III subjetiva del mono- EL mono sarandí echa su vista a la calzada, donde descansará de su fatiga, una vieja cruza la calle
PLANO IV subjetiva del perro- El perro ve un poste de luz y lee una nota de clases de bajo a domicilio, tose una vez más
PLANO V picada del mono- el mono está en Nevada, camina por la calzada junto a una vieja y le toma los tobillos
PLANO VI picada del perro- el perro está en el Empire State Building y muerde a una vieja, funde a negro.
Ahora, a la vez que fríes a la niña por el pie, date palmaditas en el pecho y di "Yo seré un gran realizador", falta poco. Ya hemos ido un gran trecho.
La escena musical, que no debe faltar se escribe diciendo éste va acá y ese allá. Por ejemplo, la escena siguiente, en la que el perro rescata al antropólogo alemán de una tribu de chinos y a la vez consigue darle al mono sarandí el papel del irlandés en su aventura transtemporal se pude describir así: el tema musical será de Cat Stevens, el que más te plazca, y los performers bailarán atados de manos y pies, al tiempo que intentan cantar con sus lenguas cortadas.
Escena musical.- Los chinos van acá y el perro allá, llega luego el mono sarandí (enfadado por cierto) y gira por acá y después por allá, el perro lo toma en brazos y caminan por unas escaleras que tendrían que estar acá, y entonces por allá sale un grupo de coristas que los alzan, y antes de llevarlos al restaurant corren para allá. Entran al restaurant donde Howard Hughes bebía su café y le invitan a bailar, Howard baila a un tiempo con el perro, hacia acá y un tiempo con el mono hacia allá. Las coristas entran acompañadas por los chinos y el antropólogo alemán y todos hacen figuras simétricas acá y después allá y la cámara cenital los toma a todos y se aleja hasta dibujar el contorno de la isla de Manhattan y tenemos el giro perfecto para...
¡El montaje cíclico! Porque ahora están en el techo del Empire State Building Howard Hughes, el mono sarandí y el perro. Howard firmará un contrato con el mono y bajará las escaleras junto al perro héroe, dejando un espacio abierto para encadenar con el montaje completivo del perro y el mono.
Haz contado la historia del perro Joe con éxito, enhorabuena. Ahora puedes decir sin balbuceos ¡Yo voy a ser un gran realizador!

domingo, 7 de diciembre de 2008

El señor Attar y la aventura de recuperar el espacio público

El señor Attard se lanzó a la aventura de recuperar el espacio público. Salió de su casa en un apuro, con el tapadito en la mano, pasó junto al mueble de la cocina, donde él sabía que descansaba su abollada cacerola pero dijo nononono, no hoy, hoy no es día de cacerolas. Y claro que no lo era, pero sí tomó el martillo que usaba para machacar las nueces. ¡Qué imagen gallarda la del señor Attard con su bigote engominado, su tapadito doblado prolijamente sobre el antebrazo y su martillo escondido en el bolsillo de su pantalón de vestir que le abultaba le pierna!

Pisó la calle con determinación, dio un portazo y al echar una miradita furtiva lo primero que se le ocurrió fue mear todo el frente de su casa, y así lo hizo, sacó su pistolita diestramente con la mano libre y dejó una marca sinusoidal sobre la fachada de piedra mar del plata. Al terminar dijo, ya está, se paró en mitad de la calle para observar como se escurría la línea desprolija sobre la fachada. Y observó y observó y observó hipnotizado por las gotas que descendían en las piedras y por su determinación y se congratuló. Como recompensa pasó por el bar de los tanos y se pidió un cortadito con tostadas, y después fue a comprar un repuesto para el grifo de la bañera. Compró por las dudas algunos cueritos que siempre andan faltando y un pincel para reponer el que había perdido. Volvió lentamente a su casa, con el tapadito en una mano y la bolsa de la ferretería en la otra y al pasar por una obra en construcción vio que todo el frente estaba empapelado con publicidades, consuma consuma consuma decían las publicidades. Cuanto maltrato al peatón, pensó el señor Attard, en este barrio no hay vereda donde caerse muerto, y se arrepintió de dejar tan prontamente la ferretería. Volvió y compró solvente y fue a echárselo a las publicidades y prendió fuego la obra en construcción, y se congratuló. Y estuvo contento. Pero luego el fuego prendió en las casas contiguas y tuvo que tocarles timbre para avisar y derrotado por la culpa se puso a correr, y como el martillo que llevaba en el bolsillo le golpeaba contra la pierna al trotar, lo saco y empezó a correr con el tapado, la bola de la ferretería y el martillo para aquí y para allá. Al poco tiempo se había olvidado de lo ocurrido, así que decidió tomarse otro café en lo de los tanos que le preguntaron si había oído algo del incendio de la cuadra del supermercado, y el dijo que no y lo dijo con sinceridad porque ya había olvidado todo y pensaba ahora en romper todas las ventanas del bar para ampliar el espacio visual de los que andaba por la calle. Dejó sus cosas en la mesita, tomó el café en una mano y con el martillo empuñado en la otra rompió uno por uno los vidrios del bar, y como el mozo vino a detenerlo le dio un golpe certero en la cabeza que lo tiró redondo al piso. Con los vidrios destrozados y el mozo desangrándose en el piso del bar se congratuló por la amplia vista, y por la interesante continuidad entre el adentro y el afuera. Así contento dio otro sorbo al café, tomó sus cosas y salió del bar.
Afuera lo esperaba la policía que le dio orden de soltar sus pertenencias y echarse al suelo. El señor Attard no entendió lo que pasaba, y fue entonces que un oficial se acercó y lo tiró al piso y sus cosas volaron por los aires y el martillo voló también y fue a parar sobre el parabrisas de un patrullero que se rajó y hundió consecuentemente. En el piso el señor Attard sintió dolor y frío, un asco terrible por tener la cara apoyada en la baldosa pública. A los pocos segundos, y mientras le colocaban las esposas el asco pasó, y se sintió cómodo con la cara en la baldosa. El oficial hacía fuerza para levantarlo, pero Attard se empeñaba en dejar la cara contra el piso. Varios oficiales fueron a levantarlo, pero uno por uno fueron cayendo, y una vez en el piso se sintieron cómodos y dejaron de insistir. El mozo salió del bar a todo esto, desangrándose, con un ojo reventado, pedía a gritos una ambulancia. Se arrastraba por la calle, sobre los oficiales que estaban pegados al piso, que se contaban bromas. Una segunda ronda de oficiales llegó al lugar y el orden previo fue reestablecido. La gente volvió a circular, los oficiales se reincorporaron a la fuerza y el señor Attard fue llevado detenido. El mozo, sin embargo, tuvo que esperar muchas horas hasta que la ambulancia llegó al lugar. Contó por suerte con la asistencia de una vecina que contuvo la hemorragia con pañuelos descartables y saliva.

En la comisaría desnudaron al señor Attard, le lavaron al bigote para quitarle el resto de gomina, y lo echaron a un calabozo oscuro y solitario. Un oficial se acerco y le dijo: Este el hueco, acá te vas a divertir. Como no daba muestras de decaimiento o convalecencia, le llevaron revistas y unos pantaloncitos. Entre los oficiales comenzó a correr el rumor de que Attard estaba hecho de hierro y aguantaba cualquier cosa. Gozó de un extraño respeto, y accedió de buena gana a jugar al submarino con el comisario. A los tres días lo dejaron libre, pero nunca le devolvieron el tapadito, por esto, el señor Attard se sintió fuertemente abatido. Regresó a su casa con el rostro curtido por la angustia, tomó su cacerola y pasó toda la noche golpeándola frente a la comisaría. Al llegar el día una multitud se congregaba frente a la comisaría para exigir la devolución del tapado de Attard.

Fue entonces, y con la presecia de los medios, que el comisario salió a dar declaraciones vistiendo el mismísimo tapadito del señor Attard, así fue que dijo a los medios que era suyo y que siempre lo había sido, y que de no ser así de alguna manera debían resarcirse lo servidores de la comunidad frente a la desigual situación de las fuerzas de seguridad, los bajos sueldos, el riesgo constante, la falta de respeto, acto seguido, se sacó el tapadito, lo echó al piso y se unió a la turba para reclamar mejores condiciones para los empleados del orden.

El señor Attard se sintió acompañado pero confundido, el comisario lo abrazaba y vitoreaba con él, abandonó al grupo y al salir tropezó con un poste de luz, una cámara de televisión lo registró recibiendo el golpe y luego lo convirtieron en noticia. Sólo quiero volver a casa y dormir, dijo, ese fue el copete. Las cosas parecían difusas y no sabía que dirección tomar y no llegaba a leer los nombres de las calles por mucho que lo intentaba, dejó su cacerola abollada en la vereda y caminó por el medio de la calle. Parecía, al alejarse de la multitud, un hombre libre, pero su cabeza estaba llena de interrogantes y sentía su bigote seco y con un olor horrible. Si la mañana lo encontraba así, pensó, el único remedio posible para enmendar su día sería un buen café con tostadas en el bar de los tanos, y después comprar el diario deportivo, leer las noticas del fútbol, del básquet y del turismo carretera. Por la tarde, si todo salía bien, volvería a sentirse agobiado en su ciudad, un poco solo y se volcaría a las acciones radicales, a la aventura de reclamar un consumo más medido y responsable.

metete la anécdota en el orto

j.cash ring of fire

y una nota, no, no es palito ortega, no señor

domingo, 30 de noviembre de 2008

atacados por barrabravas

fuimos atacados
violados
por barrabravas

la calle estaba rara
y al final
había una casa con enredadera
de allí se descolgaba la horda
de barrávas

como fueran muchos corrimos
dejando atrás al que era alto
que los demás
aullamos
reímos
lo vimos rodeado
de barras bravas

y al final la calle estaba rara
y de la casa rota
volaban los insultos como cuervos
y nosotros lloramos
y nos agitamos
con el agua que corría
y ahogaba
a los barrabravas

miércoles, 12 de noviembre de 2008

el que se viene abajo


La radiecita suena en una esquinita, despide luces amarillas por entre las hendijas, ellos miran. Los ojitos le rutilan, la chica en particular está embobada, él aprovecha y la apoya.

- Entre los amigos hay pacto tácito... con el tema de las hijas.

La radiecita escupe unas cancioncitas, luego entra en un estática más bien pedorra y cada tanto da como una patada acústica.

- ...que uno puede hacer ciertas cosas con ellas... cómo invitarlas a pasear y hacerlas entrar en la femineidad. Pensalo dos minutos, ¿qué puede saber una chiquitita así de la femineidad, con F mayúscula?

Masculla él, y le empieza a ablandar las tetas con las manos, la radiecita se apaga, ella vuelve como a las corridas a tomar control de la situación, le pisa un pie sin darse cuenta, él se lo toma aullando ay ay ay, lo que mi hiciste nena dice, ella se da la vueltita y con tanta furia que se le sale la saliva:

- Viejo choto no me toqués más! No te lo vuelvo a repetir me tenés cansada, me doy vuelta me tomo dos minutos me estás encima, QUE ASCO ME DA! Arghhh!!

Se vuelve a prender la radiecita. Es una voz de mujercita, que canta en tono afinado, va y viene la vocecita, va y viene. La chica se para en seco, se menea, la tiene hipnotizada la radiecita. él está en el piso y se retuerce, se arrastra hasta los piecitos de ella y se los besa, le lame la pantorrilla.

- Zorrita dulce, zorrita dulce, comete el caramelito...

dice, se toquetea, se retuerce y toquetea, como me dejó el pie! grita, la muy zorrita!

- Zorrita dulce, bajá y comete el caramelito

la quiere alzcanzar con las manos desde el piso, qué lejos le queda la radiecita deja de pasar la canción afinada de la mujer y pone una marcha militar. La chica ahora tiesa, con la mirada perdida, se contiene, empieza a marchar, él se arrastra y apaga la radiecita. La chica sigue marchando. Uno dos uno dos uno dos, dice, la chica se para frente a la máquina de escribir y escribe, mientras escribe dice:

- Anotá Juancito, anotá: Comunicado de prensa 422, a toda la población, el teatro armado del pueblo en vigilia, anotá no te pierda un detalle Juanciot, el teatro armado etc etc etc convoca a la reunión de mañana con fusilamiento y varieté muchas atracciones, corbata estricta, colores discretos, habrá copetín, revolución, representaciones a repetición, me entendés? esta es la papota, la papotota, pepepeep, ratatatata....

él se retuerce del dolor y la sorpresa, la chica está posesa por el espiritu del padre

- Válgame la gloria! Estás posesa

se acerca y la sacude por los hombros

- No me hagas escándalo dejame escribir! dice ella

- Estás posesa posesa posesa!!

- TE voy a meter la máquina entre los pies Juancito dejame escribir!!

- La máquina no! nonononono!!!!

ella toma la máquina entre sus manos y con perfil desencajado se le acerca y lo acorrala, pone la máquina entre sus pies, al piso y se tira a escribir, ratatatatata..... él se retuerce, danza y llora, quiere escaparse con el cuerpo pero las piernas le quedan clavadas en el ratatatatata de las teclitas y las patitas ratatatatata como dos pajaritos, qué pecado, dice, que traición, dejame salir...

- Bailá Juancito, seguí bailando! Ratatatatata...

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Nosotros fuimos soberbios en lo nuestro! El día del estreno me brotó un herpes furioso así de contento estaba. Los actores me llamaban el axolote por el collar de verrugas que me distinguía, y claro, los espectadores no debían verme de esa manera, pero, ¿cómo podía contenerme en un momento así? Iba y venía por el pasillo cubierto con una capucha, entraba en los camerinos y espolvoreaba de talco a los actores. En un momento reuní a todo el equipo en la cocina y les conté una anécdota sobre las prácticas antropofágicas primarias del teatro y entonces comimos albóndigas con tuco, y no fue buena idea porque los actores se empezaron a sentir mal y dije: Ahora vomitaremos, es el paso natural y contrario a la homofagia, partí una albóndiga en dos e hice pasar un balde con agua y lavandina para que todos vomiten, y al que presentaba dificultades le dabamos agua tibia con sal y limón. Con este rito inauguramos la obra, me mantuve a un lado de la escena dando mis indicaciones con las manos y las piernas, con lo que podía. Estela estuvo regia, dio una largo soliloquio en el que contaba su relación perdida con el muchacho de Anchorena, y las tardes romance juvenil perdidas en el recuerdo; y lo hizo tan vivamente y con un manejo tan intuitivo del tiempo que sufrí una erección que duró todo el largo de la obra, y aún más, tanto que tuve que esconderme en la cocina con un trapo mojado en la entrepierna esperando a que la erección cediera, y luego claro, tuve que descargar en la pileta de la cocina porque entendí que era la única manera de desenterme del problema. Pero la pileta estaba atascada de basura, y mi semen se mezcló con el tuco y las albóndigas y algunas cucharas y el agua con sal y con limón. Y entonces pude cumplir con la obligación social, contener a los actores, acordar correcciones y felicitarlos, saludar a las visitas, los representantes de los medios, mi ex mujer, mi madre, mi hija y todo lo demás. Después la soledad y la angustia, la dificultad de sensibilizarme y de reponerme. El vacío luego de la obra terminada, estrenada. La obra estrenada, mi miraba con ese rostro gris y borroso, desde el otro lado, una presencia ominosa, que quería entonces de mí? Qué más?
El lugar quedó desierto, yo había prometido alcanzarlos para cenar, por quince minutos estuve sólo recorriendo los pasillos y ordenando las sillas. Me pregunté si había alcanzado mi mejor momento, si no me encontraba ya en el cuesta abajo de mi carrera, pensé en mi padre, quien se había pasado la vida en el papel inacabable de carnicero bruto, el cargador de medias reses, de olor a sangre y luces forradas en celofán. Imaginé a mi semen escurriéndose junto a las albóndigas, atravesando las cañerías, llegando al desagüe del baño donde la mezcla del pegote blancuzco, endurecido por el agua y el pelambre acumulado que caía y caía y caía producían un tapón, hubiese tenido un infarto, pero no lo tuve. Sentí solamente que tenía el aspecto de otro, que era un carnicero haciéndome pasar por otra cosa. Cuando salí a la calle había comenzado a llover, mi hija estaba esperándome en la vereda con un tapadito rojo y un paraguas. Me dijo vamos, y yo cedí.

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un hombre está sentado en su propia muerte, con sus piernas separa las muertas piernas de su otro muerto, como si fuera a practicarle sentado el sexo anal, con la flora fungosa que causa consecuentemente el acto, entre las sillas piensa sentarse sobre sí mismo muerto, observa la pequeña y ausente luz a su izquierda que se eleva y desciende como un pezón o una lengua que pasa por la pared es un día de calor el hombre está sentado y respira fuertemente como un toro porque el pulmón que le queda no quiere funcionar este procedimiento sirve para despertarlo se observa desde una distancia de doce pies bajo las gradas de su teatro caído entre sus piernas

si pudiera coger con mi pasado lo haría, empezando por estas sagradas gradas mugrosas. dan la idea de una jerarquía de cosas, pero no son, vamos, más que sillas dice
la noche que cerramos el lugar no había goznes en las puertas y hubo que trabar de adentro con varas y muebles y armas de utilería y el viento entraba como un bandido y no había manera de taparlo si saben lo que digo y si pudiera coger con mi pasado empezaría con estas cosas mugrosas, ¡llevo el pecado dentro! y ladré, y el otro desde fuera me decía, MI ALBACEA MI ALBACEA! ¿Cómo voy a compensarte, cómo? Y se le caía una lágrima furtiva
¡llevo el pecado adentro! ¿cómo he de salir? grité, y ladré, y ladré y grité, mi hija, dijo, mi hija vendrá a sacarte!!!

está esperando a su prenda prometida, el gran canalla! emula, entre dientes, bajo una tela pulgosa, con la mano salada de esperma, el gran CANALLA!

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La primera actriz irrumpe en el espacio abriendo las puertas de par en par, se queda junto a la puerta, enuncia hacia el exterior y lentamente dirige su discurso a la pareja que se encuentra parapeta bajo la tela que vela el estrado

....¡No, no a mí!, ¡nunca a mí! Un papel así lo tenía reservado para otra persona, alguna pulcra y limpia jovencita, jovencita retozante bombón alineado, aniñado, ¡PERRA!, alguna que se arrastre como le gusta a los hombres del escenario ¿cómo voy a saberlo yo? No me vean con esos ojos ¡Yo nunca anduve ese camino, escupo en sus palabras, SPUT! Las tristes miserias que me rozaban, esas palabras de segundas, literatura de un escaparate polvoriento, literatura de segunda, ¡eso es lo que me insuflaste!, si si si SI SISI, CRETINO! ¡COMO PUDISTE PENSAR EN METER LUZ A ESTA CAVERNA MORTUORIA SIN HACERME UN PEQUEÑO LLAMADO! ¡Sin levantar el bendito teléfono!

la primera actriz comienza a balbucear con su boca, produciendo un arco exagerado con sus labios, y a la vez da pequeños pasitos de princesa hasta ubicarse donde la luz le da de lleno, comienza a citar los nombres y lugares de estrenos de sus viejas obras, regocijada y gozante bajo la luz

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espera, extático, como un poste o un postre o un muñeco barnizado, si corre una brisa lo voltea, está sobre el peldaño más bajo de las gradas, AUN ASÍ, se siente como a punto de dar un gran paso decisivo y punzante, se mete la mano al pantalón contraido como un animal que recibe el tiro de gracia y a medida que se arrastre deplorable escucha los ladridos del perro que viene a cogerlo
PAM!
la muchacha entra con el cargador, david y goliat, Túmbalo, ordena la muchacha, se sube al cargador como si fuera la carga viva de sus ideas, lo comanda a viva voz, Túmbalo túmbalo! andale!
el cargador levanta la mano pesada en un gesto, se detiene, clavado como una estatua
PAM! y se descarga sobre el, y el director en el piso parece más a su manera, con una mano se sostiene la cabeza y escucha el eco del mar, todas las cosas sólidas son primero, y luego los colores, no me van a sacar nada dice, el cargador vuelve a levantar la mano pesada en un gesto, Tumbalo y ruédalo! comanda la comandante

desde aquí se ve muy bien, muchas gracias, un cambio de perspectiva no viene mal, NONONONO
y se baja, ha estado bueno, dice
el hombre se cierne sobre el director, y se persiguen
que bien me sienta la comedia de la presa y el cazador, será por la sangre que vengo bebiendo en secreto para curar mis hemorroides, mis hemorragias oculares y mis omóplatos cansados. CUANTO MARTIRIO PARA UNA MUJER JOVEN!

lo tumbo señorita?
ya no hace tanta falta tumbárselo, mirelo como se friega, le hemos dado su merecido
le parece bien?
ya está todo dicho

mi pistolita

¡cuanto olor!
...pequeña pistolita
pareces una tortuga que no sabe
si salir a pasear al sol
o quedarse en casa

mis golpes amorosos no despiertan
como antes
el ímpetu adolescente las cabriolas el iryvenir
¿qué ha pasado desde entonces
.
desde ayer
.
y qué piensas del mañana?

tienes un tamaño peculiar
que no te sirve por ejemplo
para abrir
.
una puerta
.
y no puedes compensarlo
haciendo saltar los . goznes .
de un golpe preciso

los días de frío retrocedes temerosa
.
¡siempre cagona! frente al mingitorio público
te portas como un burócrata
soltando tiernamente
el extracto triste de la cebada
.
si llega un compañero a ocupar la vacante vecina
a sacudir su pistola más alegre
te avergüenzas

y hay que verte y amarte
para no arrancarte de mí
de un sórdido tirón

no me falta el coraje para hacerlo
quiero que sepas y esta es otra canción de amor
¡cuanto olor!
...pequeña pistolita
pareces una tortuga que no sabe como antes