lunes, 20 de junio de 2011

LA MANO

la mano te mira pero no tiene ojos
los dedos sí están apuntados en tu dirección, al menos el mayor y el anular
el mayor es para masturbarte, el anular es para casarte y te observan
abrazados porque no hay uno sin el otro

salvo en la gente que no tiene dedos o mano
o en los muertos que lo más que tienen son sus huesitos

la mano amiga se alza para golpearte
como una hamaca de la que has caído

la mano amorosa se muestra indiferente
como la playa cuyo mar retrocede

los asesinos militares, y en particular los genocidas tienen pesadillas lúcidas cuando van al mar
una mano que surfea se acerca y se aleja entre las olas
que solo pueden ver ellos, y sus esposas y sus hijos los observan
y qué difícil es sonreír a esas caras gordas mientras la mano va y viene en su teatro privado

el mago encanta a su público alzando una mano que es un poco perversa y un poco lánguida
las madres sacan sus pechos y se los meten en la boca a sus hijos con manos suaves
el policía detiene el tránsito con su mano peluda
los meseros son acosados por manos que hacen gestos
y cuando se meten al baño a fumar y llorar las sombras de esas manos vuelan como mariposas sobre sus cabezas
y eso es lo peor de todo, y no tienen necesidad de parar el colectivo
para solo

el creador

un bailarín de contact se me prendió diciendo: YO, bueno, yo soy un artista conceptual. Y me puso las manos encima y me frotó todo el cuerpo con todo el cuerpo como si fuera una loción, y mientras frotábase mirábame diciéndome: El Contact Es ESTO, ¿sí? y a mí que el tema que me tiene sin cuidado me empezó a generar la impaciencia, como si hubiése pedaleado en el dinamo de mi corazón. Y aunque dije: NO voy a hacer una locura no hice otra cosa que hacerla. Lo calcé con mis robustos brazos de boxeador y lo hice subir por sobre mis hombros, como He-Man, que es mi verdadero héroe. Alzado el bailarín en una sacudida histérica no articuló palabra, gemía wim wam wum, y al lanzarlo por el balcón -una caída de veinte metros- se volvió grácil. Con una mueca torcida en mi rostro, mi alma albergaba otro lugar para sus declaraciones, trocadas en oro por la luz estertórea de sus estertores.