un bailarín de contact se me prendió diciendo: YO, bueno, yo soy un artista conceptual. Y me puso las manos encima y me frotó todo el cuerpo con todo el cuerpo como si fuera una loción, y mientras frotábase mirábame diciéndome: El Contact Es ESTO, ¿sí? y a mí que el tema que me tiene sin cuidado me empezó a generar la impaciencia, como si hubiése pedaleado en el dinamo de mi corazón. Y aunque dije: NO voy a hacer una locura no hice otra cosa que hacerla. Lo calcé con mis robustos brazos de boxeador y lo hice subir por sobre mis hombros, como He-Man, que es mi verdadero héroe. Alzado el bailarín en una sacudida histérica no articuló palabra, gemía wim wam wum, y al lanzarlo por el balcón -una caída de veinte metros- se volvió grácil. Con una mueca torcida en mi rostro, mi alma albergaba otro lugar para sus declaraciones, trocadas en oro por la luz estertórea de sus estertores.
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